El diario digital «Minuto Uno» retoma el informe elaborado por Atenea y Fundación SES sobre la situación que afrontan los y las jóvenes, con datos de la EPH del INDEC correspondiente al segundo trimestre del 2019.

La nota escrita por Mauro Brissio y Antonio Colicigno destaca que «el 60% de los jóvenes adolescentes que vive en hogares pobres aporta el 20% ―o menos― del ingreso de la economía de su casa. En tanto, hay un 23% de ellos que su sueldo representa entre el 21 y 49% del ingreso total y, hay un 17% que aporta más del 50%, es decir que son jefe de hogar ―en términos económicos― con un promedio de $18.000 mensuales.»

Posteriormente se hace referencia al abandono escolar para acceder a un empleo informal ante la necesidad de afrontar la situación económica: «abandono de 1 de cada 10 adolescentes (16 y 17 años) del sistema educativo, mientras que en los sectores más pobres 5 de cada 10 jóvenes (18 a 29 años) poseen el secundario incompleto».

Continúan tomando otro fragmento del informe: «los jóvenes pobres son los que se ven más afectados por la desocupación, el empleo informal y la uberización de la economía. Entonces, lo que tenemos es una realidad marcada por las desigualdades del sistema capitalista que hace que los que tuvieron que abandonar sus estudios terminen trabajando para aquellos que si lo finalizaron.»

Sin dudas, dotar de ingresos a los jóvenes adolescentes es un paso necesario, pero debemos ser capaces de darnos cuenta que debemos superar el desafío de la lógica del mercado como única salida. Para ello, hay que empezar atendiendo a cada territorio, con un diseño que involucre a los Municipios y las provincias, que cuente con las organizaciones y movimientos sociales, las comunidades religiosas —en sentido amplio—, para integrar respuestas concretas a cada situación, acorde a las diferencias que tienen los contextos donde viven. A la exclusión de miles de familias la respuesta no sólo debe ser de cuestiones materiales, que son una condición indispensable, pero no única. A muchas de estas familias la contención, el acompañamiento, el estar, desde distintos ámbitos de la comunidad y el Estado se transforma en ese plus que necesita para lograr superar los obstáculos cotidianos de un mundo complejo, desigual e individualista. Es hora que el otro importe, que el otro sea el compromiso de todos.

Por acá es el camino. Con un proyecto que sea verdaderamente federal, única forma posible de encarar los problemas de los jóvenes adolescentes que trabajan a cambio de nada.

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