Ante el éxodo de la ex Canciller, las propuestas analíticas de su ejercicio parecen estar divididas entre las críticas y los apoyos. El área de Relaciones Internacionales de Atenea propone un singular balance de su tiempo en el Palacio San Martín.

Si bien es cierto que los “deméritos” de su iniciativa fallida a la Secretaría General de la ONU o el entredicho por la “Cuestión Malvinas” con Theresa May y el propio Macri parecen ocupar el relieve del diagnóstico, lo cierto es que respecto de la forma de inserción global del país y nuestra disputa soberana histórica, desde diciembre de 2015 en adelante, existen otros indicadores múltiples a destacar y poner sobre la mesa.

Malcorra asumió que la plataforma exterior para la Argentina partía “sin lugar a dudas del Mercosur”, visto como axial “para nuestra capacidad de insertarnos en el mundo”. Además suponía que el Mercosur era “el área de comercio e inversión sobre la cual” podíamos “conseguir oportunidades de empleos sustentables en la producción y agroindustria” y que la atracción de flujos de capitales era prioritaria para la Argentina ya que “puede atraer inversión en medio de un prólogo de crisis”. De manera complementaria, sobre el tema Malvinas exponía que “hay que encontrar esquemas mutuamente avanzables para las partes”.

Si nos concentramos en todo lo que nuestra cancillería efectivamente pudo firmar o rubricar (tratados, convenios, acuerdos, actas, comunicados oficiales, etc.) en los últimos 500 días, podemos observar ciertos hechos que parecieran no alinearse con lo referido precedentemente: podríamos anticipar que existen temáticas que se ven tratadas de una manera prioritaria como lo son Terrorismo, Defensa, Seguridad, Crimen Organizado y Narcotráfico; Control Fronterizo, Migraciones y Trabajo y Visados. Respecto de las contrapartes, 34 naciones son las que aparecen vinculadas (destacamos seis casos en Chile, Francia, España, Países Bajos, Brasil y Alemania, los cuáles concentran más del 50% de la actividad cooperativa internacional de la Argentina) y resulta notorio como Industria, Medio Ambiente, Derechos Humanos, Género, y Trata de Personas significan en total solo un 2,7% de la actividad cooperativa de nuestra cancillería (si tomamos Industria, menos del 1%).

Vale también distinguir que los acuerdos firmados con países del Mercosur (incluso sumando a Bolivia como miembro en vías de incorporación plena) son un 30% inferior a los signados con los pares de la Alianza del Pacífico que totalizan unos 42 documentos y convenios. Dentro de la agenda interna del Mercosur, la estructura común de decisión registra una mayoría de encuentros (más del 80%) sobre Acuerdos de Complementación Económica (ACE) que son “inerciales”. Sin embargo no se observan iniciativas sobre integración en temáticas como Salud, Educación, Infraestructura, Justicia, como se podían destacar en otros momentos, inclusive con orientaciones políticas diversas entre los miembros plenos.

Finalmente, acerca de la “Cuestión Malvinas” no existen documentos nuevos a los que sea posible remitirse, ya que existe una discontinuidad del accionar y registro multilateral y bilateral respecto de nuestra demanda. Esta inactividad se da tanto en los más de 90 Grupos de Apoyo o Solidaridad con la Cuestión de las Islas Malvinas en casi 80 países, como en el conjunto de documentos oficiales en ONU, OEA, G77, MERCOSUR, UNASUR, Grupo Río, CALC, CELAC, ALADI, ASA, ASPA, ALBA, ZPCAS y CARICOM que totalizan 30 acciones de apoyo a la iniciativa axial de Política Exterior para el período 2011/15. La única excepción es el caso de la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE) que en noviembre de 2016 emitió un respaldo a la Argentina y su demanda. Si vale destacar los 13 comunicados oficiales que el MRECIC ha publicado durante este mandato. También se subraya que el 28 de septiembre de 2016, Carlos Foradori (vicecanciller embajador), asistió a la reunión de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Honorable Cámara de Diputados del Congreso de la Nación para “informar sobre el contenido del Comunicado Conjunto entre la Argentina y el Reino Unido del pasado 13 de septiembre” donde explicó que dicho documento no significaba un acuerdo o tratado internacional y que no llevaba firma ni fecha de entrada en vigor.

Habría que ver hasta qué punto se puede adosar una responsabilidad univoca en el apartado de Inversiones y Crédito para la cancillería, dadas las contradicciones entre Hacienda y el Banco Central, pero lo cierto es que la propuesta de Argentina como polo de recepción de inversiones, contrasta con los resultados: fuerte caída de la inversión extranjera directa (IED) al 50% y aumento de la deuda externa pública en un 25% solo en 2016. Se suman a estos indicadores la caída del 51% de la reinversión de utilidades en el país, una suba del 13% de la deuda externa total en un solo año o el hallazgo de que durante el primer trimestre de 2017, la fuga de capitales supera los ingresos en 610 millones de dólares.

Para no perder de vista sus buenas acciones, se pueden identificar algunos de los logros que Malcorra puede llevarse a España: el volumen de trabajo del ministerio ha sido idéntico al de la última década, la agenda vinculada a la Investigación, Ciencia y Tecnología ha sido desarrollada fuertemente y las relaciones exteriores con España, el bloque ASEAN o el MAGREB han tenido su correlato con un alza en la relación comercial. También se observa un desempeño positivo en el comercio con el ALADI, una vez descontada la relación del Mercosur y México. Por último y atendiendo a lo que fueran promesas de campaña, la agenda y lo rubricado en materia de Narcotráfico, tuvo auge y vinculó en esta temática a la Argentina con al menos tres grandes jugadores globales: China, Estados Unidos y Rusia. No obstante, las relaciones con el “gigante asiático” distan de ser la mejor y ante los sinsabores de la última gira y comitiva, podría ser definido como la última iniciativa trunca del saliente canciller.

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