El Área de Estudios Internacionales de Atenea analiza la situación electoral y plantea interrogantes sobre las propuestas de ambos candidatos del país europeo. Los votantes divididos en elegir el plan de ajuste neoliberal de Macron o el proyecto híper nacionalista de Le Pen. El domingo, el veredicto final.

La segunda vuelta electoral en Francia enfrenta dos alternativas políticas altamente antagónicas: la de ¡En Marcha! y la del Frente Nacional. Luego del primer round de abril la profundización del actual ajuste planteado por Emmanuel Macron busca imponerse al nacionalismo político-económico protagonizado por Marine Le Pen.

Los especialistas de Atenea coinciden en que el electorado francés se debate entre dos propuestas de derecha. En un juego de extremos, los dos candidatos intentan convencer al electorado de que la clave para superar la crisis se encuentra, o bien en la Unión Europea, la globalización y la reducción de la intervención estatal en la economía, o por el contrario, en las medidas proteccionistas, la autonomía respecto del bloque europeo y en una Francia regida por otra lógica comercial. La crisis de refugiados y los atentados son otros de los elementos claves de este proceso.

Retomando el pulso y el sentido de la elección de abril, en la previa de la contienda del 7 de mayo surgen dos grandes ejes que estructuran la campaña: si para Macron un posible triunfo de Le Pen significaría la consagración de la violencia como extensión legítima de la política, y en cambio si para Le Pen Macron implicaría la pérdida de la soberanía política en favor de los bancos y otras corporaciones del establishment. De esta manera, los votantes deben optar por brindarle consenso a la ampliación del ajuste neoliberal actual o la llegada al poder de la expresión que se encuentra más a la derecha de la oferta política francesa.

Diversos sondeos indican un triunfo del ex ministro de economía de Hollande, aunque el voto en blanco se consolida como un actor de peso con la capacidad de engrosar el porcentaje del Frente Nacional (FN). El sector del agro y una porción importante de obreros (debido a la crisis agropecuaria y desindustrialización arrastradas en los últimos años) conforman el apoyo de Le Pen, mientras que la población urbana y los ganadores de la globalización hacen lo propio con Macron.

Otra de las claves que completan el horizonte político de la nación francesa de cara al domingo son los significantes vacíos. Si la candidata del FN interpela al pueblo, su rival lo hace al todo, es decir, al conjunto de la sociedad. Estas categorías son, precisamente, utilizadas tanto por uno como por otro para desnudar un supuesto peligro en caso de que sea su rival quien resulte electo presidente. Un triunfo de Macron sería el de las corporaciones, el de la no política. Una victoria de Le Pen se traduciría en la pérdida de la democracia en nombre del pueblo.

La permanencia o no en la Unión Europea, la crisis de refugiados y los atentados en suelo nacional completan el panorama electoral. El nacionalismo del FN responsabiliza al bloque europeo y a la inmigración por la situación socioeconómica y los atentados en Francia, por lo que una salida del mismo (previo referéndum) será digitado por Le Pen en caso de ser presidenta. En el mismo sentido adelantó una política de endurecimiento contra los extranjeros relacionándolos con los ataques de los últimos años. En el otro lado del tablero, la cercanía con Ángela Merkel matiza la propuesta de una reforma del espacio europeo, al mismo tiempo que reconfirma su política inmigratoria.

El domingo el interrogante a desentrañar por parte de los votantes es uno que no acepta puntos intermedios. Se trata de ceder consenso al plan explícito de ajuste neoliberal diseñado por Macron o al proyecto de país híper nacionalista en lo político y económico de Le Pen.

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