Ante la voluntad de acercamiento de la Argentina con la Alianza del Pacífico, el Centro Atenea analiza la actualidad política y comercial en materia de relaciones internacionales.
Desde una perspectiva discursiva, la Alianza del Pacífico (ADP) se constituye como una sociedad de países cuyo eje central es la libertad como condición necesaria del funcionamiento económico. Entre sus lineamientos escasean los referidos a lo estrictamente político y, por el contrario, abundan los que aluden a lo comercial. En el transcurso de los últimos seis años, la alianza ha conformado su estructura en torno a organismos que promueven distintos focos de inversión económica. En la actualidad se destacan el Fondo de Cooperación, el Mercado Integrado Latinoamericano (MILA) y el Consejo Empresarial de la Alianza del Pacífico (CEAP).
Por su contenido, el Protocolo Adicional al Acuerdo Macro de la Alianza del Pacífico es el documento oficial más relevante de los firmados hasta ahora. Allí, entre otras cosas, se estipuló que a partir del primer día de mayo de 2016, el 92% de los productos comercializados entre los 4 países del bloque quedan libres de imposiciones aduaneras. Profundizando en la lectura oficial de acuerdos, es posible descubrir que para el año 2014 se liberalizó el comercio de una importante cantidad de productos como pescados, titanio en bruto, textiles, diversos animales, tubos de alineación y chapas, entre otros. Sin embargo el anexo 3.4 marca un cronograma de desgravación, que en algunos casos, se extiende hasta el año 2030.
El Centro de Estudios Atenea, analizó la evolución del comercio entre los cuatro países que conforman la ADP en 2011, 2014 y 2015[1]. Para ello se recurrieron a dos fuentes internacionales: The Observatory of Economic Complexity y los datos extraídos de Comtrade. Cabe destacar tres aspectos: primero, el flujo comercial entre los países de la ADP es bajo, segundo, se subraya tanto el rol que ocupa Estados Unidos como socio comercial para todos los miembros y el que se ganó China, muy importante en Chile y Perú, y en menor medida, en Colombia y México, y tercero, según los datos duros desde el acercamiento en 2011 no hubo un aumento exponencial del comercio entre los cuatro países.
Colombia: el comercio de Colombia con Chile perdió peso desde 2011. Con México, si bien anotó una leve suba de 1,2% en sus exportaciones, disminuyó el 3,6% las importaciones. Por último, aunque con una variación más moderada, el comercio con Perú siguió este mismo derrotero.
Chile: las exportaciones chilenas al país colombiano crecieron un 0,10% y las importaciones cayeron un 1,7%. El comercio con México se mantuvo estable en el rubro de las importaciones y aumentaron un 1,2% las exportaciones. El intercambio con Perú cayó en líneas generales.
México: exceptuando leves incrementos en las importaciones con Colombia y exportaciones con Perú, el comercio del Estado de México con los miembros de la ADP cayó desde 2011.
Asia Pacífico: Esta región es destacada como esencial dentro de los ejes que la Alianza trazó para sí misma. Sin embargo, entre 2011 y 2015 el resultado del tráfico de productos no mostró grandes avances. Un ejemplo es Chile que bajó su comercio con Japón, Indonesia o Australia -por citar algunos países- al tiempo que mientras subieron sus exportaciones 1,2% con Corea del Sur, las importaciones desde dicho país disminuyeron 0,20%.Otro caso es Perú, que entre 2011 y 2015 vendió un porcentaje menor en Japón, Corea del Sur, Singapur, Tailandia e Indonesia.
Resulta claro que, aún con una censura favorable por parte de los medios de comunicación y de sus propios funcionarios, a seis años de su conformación, la Alianza del Pacífico no logra fortalecer el comercio intra-zonal, ni con Japón, Corea del Sur, Indonesia y otros Estados de la región Asia Pacífico (exceptuando el caso de China). En este sentido y a modo de ejemplo la exportación de vehículos y autopartes por parte de México hacia los otros miembros de la ADP puede funcionar como una arista más de informe. En los 3 años analizados, la venta de estos bienes industriales descendió un 5,46% en el caso chileno y un 8,75% en el colombiano. Partiendo de esta base es posible sostener que la ADP surgió como un proyecto político que buscó reconfigurar económicamente a la región.
Si la firma de acuerdos bilaterales permite enaltecer criterios comunes de decisión como alternativa al modelo clásico de la integración, el crecimiento durante 2016 de este tipo de tratados con miembros de la Alianza del Pacífico y la caída de acuerdos con miembros del bloque de pertenencia histórica, parece esbozar una política de integración argentina orientada a entregar señales políticas al resto de los agentes -tanto a los mercados como a las naciones- que pueblan el escenario global. Recubierto de un discurso típicamente técnico, el acercamiento a la ADP quizás se trate más de un movimiento político que de uno económico.
[1] El primero de estos años fue tomado porque el propio discurso de la ADP considera al 2011 como un año de suma importancia. El año 2014 se consideró por ser el momento de la liberalización de la mayor cantidad de bienes y 2015 debido a que es el último año registrado en términos de comercio.