El informe de Atenea analiza la postura económica del Gobierno de Cambiemos en materia de comercio exterior. Un debate sobre la sustentabilidad de un modelo basado en la apertura irrestricta.
Durante el año 2016 la balanza comercial argentina fue superavitaria en 2.128 millones de dólares. Mientras que el total exportado fue de 57.737 millones, las importaciones representaron un total de 55.610, totalizando una caída de 3.198 millones del comercio exterior.
En términos interanuales las exportaciones aumentaron 1,7% respecto a 2015, producto de un crecimiento de 949 millones de dólares. Los especialistas de Atenea explican que esta alza se debe mayormente al crecimiento de las ventas de productos primarios un 17,7%, mientras que las ventas de manufacturas de origen agropecuario crecieron solamente un 0,2%. Con respecto a las bajas, las exportaciones de combustibles y energía cayeron 11,5% y las de manufacturas de origen industrial un 6,6%.
Por su parte, durante el año 2016 las importaciones se redujeron un 6,9% en relación al año anterior, con una merma equivalente a los 4.147 millones de dólares. Atenea sostiene que esto se explica principalmente a partir de la caída del producto y el impacto que ello tiene en la demanda de bienes importados.
Los rubros que más subieron respecto a 2015 son el de bienes para consumo final y el de vehículos para pasajeros, con una suba de 9,1% y de 33,5% respectivamente. En este sentido, el cambio de composición de las importaciones refleja en gran medida la caída del producto industrial y el impacto que tuvo en la balanza comercial.
Para Atenea, si bien la gestión actual incluye en el programa económico una mayor liberalización del comercio exterior con el fin de frenar la escalada inflacionaria que aún persiste (con bajas de aranceles y retenciones y búsqueda de acuerdos de libre comercio con regiones y el mundo), lo cierto es que las compras del exterior se vieron altamente perjudicadas como resultado del enfriamiento y consecuente disminución en la actividad económica nacional.
La sustentabilidad en el largo plazo de un modelo basado en la apertura comercial irrestricta es de hecho cuestionable. Una de las posibles consecuencias del modelo implementado por Cambiemos es la disminución de los saldos comerciales, principalmente debido a una serie de factores como: reducciones en los derechos de importación, falta de competitividad de la industria local y ciertos patrones culturales de consumo de algunos sectores de la sociedad argentina que son propensos a consumir más productos importados que nacionales.
En el caso de un plan de ajuste a nivel macroeconómico, las compras en el exterior son impulsadas por la importación de productos finales, generando un efecto contrario al industrializador, contrayendo de este modo la demanda laboral. Esto último se ve reflejado en una tasa de desempleo que tiende a la suba durante este modelo de acumulación y/o en el aumento considerable de la deuda externa para mantener niveles de gasto público que puedan contrarrestar la desaceleración en la generación de empleo.