Por Santiago Reina
Pablo Menéndez Portela, economista del Centro de Estudios Atenea, dijo en diálogo con Ámbito que la profundidad del efecto de la crisis se vio más nítidamente en las tasas de actividad y empleo, que en la de desocupación, «lo que muestra que el aislamiento social sumó una dificultad adicional a la búsqueda de trabajo» durante estos meses.
En efecto, la cantidad de desocupados se mantuvo prácticamente estable en comparación con el año pasado, en torno a las 1,4 millones de personas. En ese marco, el aumento de la tasa de desocupación tuvo su explicación en que una porción significativa de los individuos que estaban ocupados en el segundo trimestre del año pasado ahora pasaron a formar parte de la población inactiva, que incluye tanto a las personas que no están en condiciones de trabajar como a aquellas «desanimadas» que no están buscando trabajo.
«La tasa de empleo es la mas baja desde 1982. Muchos de esos ocupados menos, a diferencia de otros momentos, directamente no estuvieron buscando trabajo, por eso la población activa, esto es, la gente que esta trabajando o buscando trabajo, cayó en 4,3 millones de personas. La gente que quedó sin empleo no busco, porque no tenía expectativas de conseguir. ¿Cómo sobrevivieron? con ahorros, dejando de pagar cosas, pidiendo dinero prestado, reduciendo gastos, con indemnizaciones recibidas», explicó Victoria Giarrizzo, directora del centro de estudios CERX.
Por su parte, el economista Camilo Tiscornia deslizó que, probablemente, la baja nominal en los salarios fue una forma de amortiguar el «efecto pandemia» y proteger ciertos puestos de trabajo.
El informe de INDEC reflejó que el impacto de la pandemia en el empleo fue más fuerte en los asalariados sin descuento jubilatorio. De esta manera, la proporción de asalariados informales con relación al total de asalariados se redujo más de 10 puntos, desde el 34% hasta el 23%. También afecto relativamente más al sector privado, en general, y a algunos sectores en particular, como el de restaurantes y hoteles, la construcción y el servicio doméstico.
En cuanto a la desocupación, la mayor suba se dio en el grupo que ya era el más golpeado: en las mujeres jóvenes, de hasta 30 años, donde la tasa trepó desde el 23,6% hasta el 28,5%.
Al respecto, Menéndez Portela sostuvo que «la agenda urgente para los próximos meses deberá tener en el centro a las mujeres jóvenes, que son el sector con mayor caída en todas las variables de empleo. Durante la pandemia se acentuó su condición de trabajadoras no remuneradas, lo que se refleja en una tasa de empleo de apenas el 21%. Sin dudas las políticas activas de recuperación de los puestos de trabajo deben enfocarse en este sector históricamente postergado».
De cara al futuro, Tiscornia afirmó que lo peor de esta preocupante situación ya se vio en el segundo trimestre pero que la baja en la desocupación en los próximos meses será lenta ya que «la reactivación económica viene bastante lenta también».
Cabe recordar que el segundo trimestre de 2020 fue el más afectado por la cuarentena para combatir el coronavirus, escenario que tuvo su correlato en una caída del 19,1% interanual en el PBI.