En el día internacional de lxs trabajadorxs nos proponemos reflexionar sobre la importancia de los derechos conquistados en tantos años de lucha del movimiento obrero argentino y que estos mismos se reconozcan y dignifiquen a todxs lxs trabajadorxs para alcanzar un mundo laboral más igualitario.
Desde el Centro de Estudios Atenea hemos observado un deterioro en todos los indicadores de empleo desde 2015 al 2019. Durante la gestión Cambiemos presenciamos la caída de empleo del sector asalariado privado frente al crecimiento de modalidades de trabajo más precarias, como los monotributistas y los monotributistas sociales. A esta caída hay que agregarle el impacto que ha tenido en los últimos años la pérdida en el poder de compra de los salarios en la Argentina. Esta es una de las razones que explica que las mujeres hayan incrementado su participación en el mercado laboral en los últimos años, para compensar la disminución de ingresos de los hogares.
El incremento de la participación femenina en el mercado laboral, hace más evidente las desigualdades en torno al deterioro de ciertos indicadores laborales que golpean con más fuerza en las trabajadoras. Más aún en contexto de pandemia, se pone de manifiesto la vulnerabilidad de aquellos sectores de actividad feminizados, vinculados al estereotipo de la femineidad y a las tareas de cuidado, como lo es el sector de la salud.
Si comparamos los datos de la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC (EPH) para el tercer trimestre del 2016 y el del 2019 la tasa de actividad en varones creció en 0,5%, mientras que la de las mujeres lo hizo en un 1,6%. Si bien la tasa de actividad para el grupo femenino aumentó en mayor proporción que la de sus pares varones, también observamos que la tasa de desocupación para las mujeres aumentó el doble que la de los varones. Pasando de ser del 9,1% en 2016 para alcanzar el 10,8% a fines de 2019. Esto nos muestra que la igualdad de género y de oportunidades no es operativa en el mercado laboral, en donde aun buscando trabajo activamente hay mujeres que no logran insertarse. El crecimiento de la tasa de actividad en mujeres no tuvo correlato en que esas mujeres consigan finalmente un empleo. Asimismo, son las mujeres quienes para finales de 2019 presentan una tasa de subocupación 4 p.p. mayor que la de sus pares varones (15% versus 11,1%), es decir que una mayor cantidad de mujeres quisiera extender su jornada de trabajo pero no consigue materializarlo.
Al observar la tasa de empleo no registrado para finales de 2019 encontramos una brecha del 2% respecto de sus pares varones, constatándose una más de las inequidades de género existentes en el mercado laboral.
Esto sucede tanto en contexto de crisis como en contexto de expansión económica porque la participación femenina en el mercado laboral se concreta en su gran mayoría a través de trabajos estrechamente ligados a las tareas de cuidado reproduciendo, como ya mencionamos, los estereotipos de género al interior de la estructura laboral. A esto se suma que suelen ser sectores de actividad peor pagos que aquellas ramas que se encuentran más masculinizadas, contribuyendo a ensanchar la brecha salarial entre los géneros.
Como mencionamos, uno de los sectores de actividad altamente feminizado es el de la salud que además ha cobrado central relevancia en el marco del estallido de la pandemia del COVID-19 y de la declaración de la emergencia nacional en nuestro país. Por todo esto, creemos que es importante hacer una breve descripción sobre la situación de las mujeres que trabajan en el sector de la salud.
De los y las trabajadoras clasificadas como ocupados en la EPH, que declaran tener una ocupación principal vinculada a la salud y la sanidad, y que además realizan su trabajo en un establecimiento dedicado a actividades de atención a la salud humana, casi el 70% son mujeres. De estas mujeres casi un cuarto es cuentapropista, mientras que sus pares varones cuentapropistas solo representan el 16% del total de varones que trabajan en el sector. Esto demuestra que las mujeres están sobre representadas en aquellas categorías ocupacionales con formas de contratación más inestables y sin cobertura social formal.
Gráfico 1: Trabajadorxs del sector salud según género (%)
Fuente: Elaboración Centro de estudios Atenea en base a la EPH INDEC. 3er trimestre 2019
Las mujeres que trabajan en salud lo hacen en su gran mayoría (78%) en una sola ocupación (tienen un único trabajo). Si bien el 65% de sus pares varones también se insertan en una única ocupación, son quienes en mayor proporción tienen más de una: con 2 ocupaciones el 27% y con 3 el 7%. Además, la totalidad de los varones asalariados que trabajan en salud se encuentra buscando otra ocupación además de su ocupación principal, mientras que solo el 25% de las mujeres lo hace. No hay que perder de vista que, las mujeres, además de su ocupación en el mercado laboral remunerado, dedican el doble de tiempo que los varones a las tareas domésticas y de cuidado en su propio hogar, lo cual dificulta no solo su inserción en el mercado laboral remunerado, sino la posibilidad de complementar su salario con otra ocupación.
Con respecto a la tasa de no registro del sector, el 20% de lxs asalariadxs son trabajadorxs informales. Y una vez más, dentro de este grupo son las mujeres las más afectadas, ya que representan el 62% del total de trabajadorxs sin acceso a los derechos laborales.
Al observar el acceso a puestos de trabajo más privilegiados, y tal como sucede en otros sectores, las mujeres tienen mayor dificultad que los varones. Como mencionamos anteriormente, a pesar de ser mayoría en el sector salud (68%) solo el 1.1% de las mujeres llega a ocupar cargos de jefatura, mientras que el acceso de los varones es de más del doble (2,9% del total de trabajadores).
Gráfico 2: Jerarquía ocupacional según género (%) en el sector salud
Fuente: Elaboración Centro de estudios Atenea en base a la EPH INDEC. 3er trimestre 2019
Gráfico 3: Género según jerarquía ocupacional (%) en el sector salud
Fuente: Elaboración Centro de estudios Atenea en base a la EPH INDEC. 3er trimestre 2019
Si nos ponemos a analizar los ingresos de este conjunto de personas que trabajan en el sector de la salud encontramos que en promedio la brecha salarial entre varones y mujeres es de 22 p.p. pero si este mismo análisis lo enfocamos en aquellas personas que trabajan bajo las modalidades más precarias de contratación la brecha se profundiza llegando al 35%. Esto quiere decir que en la categoría ocupacional de cuenta propia (el 75% de esta categoría son mujeres) ellas ganan el 65% del salario promedio de un varón en la misma condición ocupacional. Lo cual nos hace pensar que aun dentro de la precariedad las trabajadoras son las más afectadas. En los últimos años desde el Centro de Estudios Atenea venimos observando el deterioro de las condiciones de empleo para miles de personas, analizar estos datos con perspectiva de género es clave para comprender cómo influyen otros factores en la situación de las mujeres y cómo esto se traduce en peores condiciones de inserción laboral para aquellos grupos más vulnerables. Esta situación prende una alarma si tenemos en cuenta que el empleo remunerado es condición necesaria para la inclusión social.
Para concluir es interesante reflexionar que en el marco de la pandemia que ha desatado el COVID-19 el sector de lxs trabajadorxs de la salud es uno de los más expuestos, pero esta exposición se da en un marco de desprotección de sus trabajadorxs, en su mayoría mujeres, profundizando jornadas laborales sin la infraestructura ni los insumos necesarios para proteger su propia salud y seguridad como condiciones básicas para ejercer ni más ni menos que su trabajo. Hoy más que nunca la existencia de las instituciones laborales y su funcionamiento deben garantizar que los derechos conquistados se reconozcan a todxs lxs trabajadorxs de nuestra Argentina.
1 https://www.indec.gob.ar/ftp/cuadros/menusuperior/eph/EPHcontinua_CNO2001_reducido_09.pdf
2 https://www.indec.gob.ar/ftp/cuadros/menusuperior/eph/caes_mercosur_1.0.pdf