Acuerdo MERCOSUR – Unión Europea (UE)
Para estimar la importancia del posible acuerdo con la UE, el Centro de Estudios Atenea analiza el peso del bloque europeo en la estructura comercial del Mercosur y viceversa, sumado a la polifonía de intereses sentados en la mesa de diálogo.
Las resistencias que encuentra el acuerdo al interior de cada bloque regional se explican en buena medida a partir del tipo de asimetría observado: por el lado del Mercosur, son los sectores manufactureros los que encabezan la oposición al tratado, aduciendo que la liberalización del comercio podría llevar a una avalancha de importaciones industriales. Algo similar ocurre al interior de la UE, donde las asociaciones que nuclean a los productores agropecuarios se han manifestado en contra del acuerdo, temerosos de que la competencia directa con nuestros productores termine por desplazarlos del mercado.
En las pasadas rondas de negociación, mientras que Brasil, Paraguay y Uruguay mostraban mayor interés en avanzar con el acuerdo, Argentina planteaba ciertos reparos: a diferencia de los otros tres integrantes del bloque, no aceptaba negociar disciplinas OMC plus y no estaba dispuesta a reconocer nuevas indicaciones geográficas; asimismo, exigía a Europa que revisara su política de subsidios a los productores agrícolas, argumentando que ésta generaba importantes distorsiones en los precios del mercado; y, en pos de mantener cierto margen de protección para la industria local, pretendía negociar plazos de desgravación mayores a 10 años para los productos manufactureros.
La nueva administración argentina, inspirada en una concepción diametralmente opuesta a la de su predecesora, ha decidido dar un giro a la política exterior del país, buscando liberalizar el comercio y reforzar los vínculos con los socios globales históricos.
El acuerdo, al tener por objeto la redefinición de las regulaciones que rigen el comercio entre sí, provoca que las partes busquen acordar un esquema para ir reduciendo progresivamente las trabas, no sólo arancelarias (los impuestos que recaen sobre los productos importados), sino también las medidas paraarancelarias: en los últimos años, en pos de frenar el ingreso de importaciones provenientes del Mercosur (sobre todo de productos primarios), la UE ha endurecido las regulaciones
sanitarias y fitosanitarias. Este tipo de obstáculos técnicos al comercio, dentro de los cuales puede incluirse asimismo los instrumentos de antidumping y otras medidas sanitarias, se encuentran también contemplados en las negociaciones.
Otra de las áreas sobre las que se está trabajando es en la regulación del acceso de empresas extranjeras al sistema de compras públicas, uno de los puntos de mayor interés para las compañías europeas, que buscan competir en este mercado de más de 150 mil millones de dólares.
El éxito del acuerdo (para el sector primario) dependerá del tratamiento que se le otorgue en la negociación a los subsidios internos. Asimismo, debe destacarse que lo que se conoce al momento sobre la oferta realizada por la UE, han dejado fuera de la mesa algunos de los principales sectores de interés para el Mercosur, y considerados “ultrasensibles” para el bloque europeo (por ejemplo carnes, etanol, vinos, productos de alto contenido de azúcar), y se prevé que no sean abordados hasta terminado el calendario electoral europeo, luego de octubre.
Sin embargo, independientemente de los intereses sectoriales que entran en disputa, existe un consenso generalizado acerca de que el acuerdo provocaría un desplazamiento de la estructura productiva de los países del Mercosur: dada las muy limitadas posibilidades de vender productos manufacturados a Europa y a la alta competitividad del sector agropecuario del bloque, es esperable que un tratado de libre comercio con la UE acentúe el carácter primario de la producción sudamericana, sumado al potencial de competencia que surgiría entre los países del Mercosur, y el potencial de desvío de comercio al interior del bloque, pudiéndose reemplazar comercio intra-regional por importaciones provenientes de la UE, con el consecuente perjuicio en las balanzas comerciales.